martes, 28 de mayo de 2013

Ya lo habría hecho

Se agarraba la cabeza con ambas manos, clavándose las uñas en el cuero cabelludo, cogiendo mechones de pelo y tirando de ellos como si quisiese arrancárselos enteros.

— Sal de ahí, sal de ahí, sal de ahí  repetía con los dientes apretados, balanceándose hacia adelante y hacia atrás y volviendo a clavarse las uñas hasta hacerse sangre. Tenía la cara arañada, los ojos rojizos y llorosos, la nariz hinchada . Vamos. Sal, sal, sal sal, sal...

Unas manos grandes y fuertes detuvieron las suyas cuando volvían a tirar del pelo.

— Basta, deja de hacer eso, te estás haciendo daño  el niño se revolvió y emitió unos pequeños gañidos tratando de zafarse de él con torpeza. Lloraba a intervalos, estaba medio ido y no lo miraba, como si no pudiese verlo. Empezó a sacudir la cabeza, negando, casi en una especie de convulsiones.

No, no, no, tengo que sacarla, tengo que sacarla de ahí...

Las manos lo sujetaron con más firmeza antes de que se saliese de la camiseta para poder librarse y volver a golpearse la cabeza. Su cuerpo estaba rígido, tenía los brazos encogidos sobre sí mismos como garras, despeinado y con un aspecto muy macabro.

—He dicho que ya basta. 

No aguanto más... No lo soporto  le susurrótengo que sacarla, por favor... Por favor... Ayúdame... Hazla salirel cuerpo del niño no tenía fuerzas para luchar más, así que por fin dejó de revolverse, haciéndose otra vez un ovillo en el suelo. Parecía de pronto más pequeño de lo que era. Harry le soltó los puños cuando lo creyó conveniente y él volvió a llevárselos a la cabeza, pero esta vez los mantuvo así, sobre la frente, presionando las sienes y temblando.

Ayúdame  sollozó otra vez en una especie de hipido. Era una súplica. No levantó la cabeza, y Harry esperó a contestar hasta que poco a poco fue sustituyendo los temblores por frío y las lágrimas por aire.

— No puedo, Leo.

1 comentario:

An. dijo...

Lloro, pobre Leo.

(Pero tengo que reivindicar que me gusta Viví porque soy así de guay.)